viernes, 30 de septiembre de 2005

La reproducción sexuada ¿también es casual?

Otra evidencia de que la mera evolución de las especies no ha podido crear la diversidad que existe -y mucho menos al ser humano, con inteligencia, memoria y voluntad- es la existencia de seres sexuados. Me explicaré.
Se creía hasta hace bien poco ciegamente en la teoría de la evolución de Darwin: desde los seres más simples se llegó a los más complejos porque una serie casual de mutaciones genéticas fueron seleccionando a aquellos que tenían más facultades para prosperar y sobrevivir. La evolución ciega habría creado mutantes, acertando en algunos casos con ejemplares mejores que los anteriores, que así mejoraban la especie e iban haciendo la naturaleza más compleja. Esta teoría de la evolución de los seres superiores ya no puede sostenerse con los modernos conocimientos sobre genética, ya que nada de lo que le suceda a un ser vivo puede modificar la herencia genética que legará a sus descendientes; y por otra parte, se ha comprobado que las mutaciones producen siempre seres más imperfectos:"ley de la entropía", por la que el orden tiende siempre a disminuir.
Pero la existencia de seres sexuados -plantas y animales- imposibilita de plano recurrir a mutaciones casuales en la generación inicial de seres vivos complejos: la propia definición de mutación hace imposible que se produzca simultáneamente en dos seres una mutación de sentido complementario de tal forma que su resultado sea de mutua compatibilidad.
Si la naturaleza hubiese evolucionado por casualidad, cada especie producida por una mutación estaría compuesta por individuos capaces de reproducirse a sí mismos, sin necesidad de complementarse perfectamente con seres similares con una evolución que casualmente resultase perfectamente complementaria. Lo contrario sería afirmar que la casualidad podría actuar coordinadamente sobre dos seres distintos.
El hecho de que la complementariedad sexual ocurra con cientos de miles de especies de plantas y animales que se reproducen sexuadamente indica sin lugar a dudas que todo ello responde a un plan concebido por la Inteligencia Creadora que diseñó esa evolución, sabiendo muy bien qué resultado deseaba alcanzar. ¿O es que alguien puede pensar que cada especie animal que apareció se generó de dos mutaciones simultáneas -macho y hembra- perfectamente complementarias no sólo en su herencia genética, sino también en su funcionamiento genital, mediante la cual los machos se garantizaban su perpetuación en las crías que las hembras tuviesen después de haberse acoplado mutuamente?
Es decir, que mientras una mutación creaba el órgano masculino y su semen sin tener ni idea de para qué servía, otra mutación creaba los órganos femeninos y sus óvulos también por casualidad... y por casualidad ambos comprobaban que se acoplaban perfectamente y que las células intercambiadas perdían cada una la mitad de su material genético, para juntarse con la otra mitad y generar una nueva célula madre totipotente que puede generar un nuevo individuo completo de la misma especie. Y no sólo tiene que darse la casualidad en la mutación, sino que también deben ser simultáneas ambas mutaciones: ya que la mutación hembra debería alcanzar su perfección y madurez antes de que la mutación macho llegase a su vejez y perdiese su capacidad reproductora, en cuyo caso, la hembra debería esperar -sin envejecer- unas decenas de miles de años hasta que otra mutación casual crease a otro macho acoplable.
Pues aunque no se lo crean, a toda esta concatenación de casualidades lo llaman teoría científica... ¡y a la creencia en una Inteligencia Creadora que lo diseñó todo lo llaman ingenuidad!
Lo mismo ocurre con la inteligencia humana: una mutación casual producida sobre un simio evolucionado y bien alimentado le permitió desarrollar un cerebro tan especial que llegó a estar dotado de voluntad propia; y una voluntad tan libre que es capaz de contradecir las propias leyes de la naturaleza. Esta es la teoría científica, que, por supuesto, ocurrió casual y simultáneamente en un hombre y una mujer, que se encontraban lo suficientemente cerca y en tan buenas relaciones que procedieron inmediatamente a perpetuar el género humano... y así hasta hoy. O también pudiese ser que dicha mutación casual se produjese en muchos hombres y muchas mujeres simultáneamente... y así resultaba más fácil justificar su posterior perpetuación. Lo que ocurre es que mutación significa precisamente comportamiento anómalo y no recurrente del material genético, por lo que se excluye su ocurrencia masiva y simultánea. Pero ésta es la teoría científica... casualidad tras casualidad.
Por supuesto, el relato bíblico de que una Inteligencia Creadora indujo dicha mutación en dos individuos de la misma especie y de sexo complementario, sólo puede ser tenido por una ingenuidad... ¡sobre todo, si lo comparamos con la fundadísima teoría científica de las casualidades simultáneas!

Y es que cuando uno se niega a admitir la evidencia de que Alguien ha dirigido todo esto, se acaba cayendo en el absurdo. ¡Y pensar que somos los creyentes los que tenemos complejo de inferioridad ante la ciencia!

No hay comentarios:

Publicar un comentario