lunes, 15 de junio de 2009

¿Es Dios un invento provocado por el miedo?

Después de varios meses, me he sacudido la pereza mental y vuelvo a compartir las ideas que se me van ocurriendo.

Esta vez, escribo impulsado por una pintada que leí el pasado sábado, justo enfrente de la casa de ejercicios en la que estaba haciendo un retiro espiritual. Alguien había llegado a la siguiente conclusión y se había visto en la obligación de comunicárnosla:

"Dios es un invento del hombre provocado por el miedo"

Quizá, el pensador que escribió esto lo hizo tras comprobar que, efectivamente, los que no creen en Dios pasan mucho más miedo que los que creemos (entre otros, el miedo a equivocarse y rechazar a un Dios que les ama). Quizá pensó que si nosotros no tenemos miedo es porque nos hemos "inventado" este antídoto. Lo que sí es seguro es que conoce bien poco a este Dios al que califica de "invento".

Si se hubiese molestado en conocerle un poco mejor, se habría dado cuenta de que, en todo caso, Dios sería un invento del amor, no del temor. Sabría que Dios se revela al hombre para comunicarle su amor, no para meterle miedo; y el hombre ve la posibilidad de saciar su necesidad de amar, aceptando el amor de este Dios que le ha creado y a quien todo se lo debe.

Y entonces, una vez conocido Dios, es cuando nos entra el miedo; pero no el miedo a Dios, ni el miedo al mundo, sino el miedo a separarnos de Dios, el miedo a volverle la espalda y perder su gracia, el miedo a quedarnos sin Él. Éste es el único miedo que el creyente se puede consentir. El temor de Dios bien entendido no es el miedo al castigo divino, sino el miedo a defraudarle.

Y mientras tanto, los no creyentes siguen teniendo miedo de todo lo que puede pasarles. Desconocedores de la providencia divina se quedan en manos del fatídico destino, que no tiene ni rumbo ni misericordia con el hombre. Y se temen siempre lo peor (en las últimas epidemias de gripe aviar y gripe porcina tenemos un buen ejemplo: a pesar de que no han sido mucho más graves que la gripe común, se extendió el miedo a que el virus mutase y causase una inmensa pandemia) y tratan con sus escasos medios de oponerse a las fuerzas de la naturaleza (terremotos, maremotos, inundaciones, etc...). Lo curioso es que, por contraste, se ríen de aquello de lo que sí deberían tener miedo: las aberraciones morales que darán al traste con la sociedad occidental y les pueden alejar definitivamente de su Creador.

No, Dios no es un producto del miedo, sino que el miedo es producto de la ausencia de Dios.

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