jueves, 13 de septiembre de 2012

La moral sexual

Aunque a muchos les pueda parecer extraño, la moral sexual es sólo una pequeña parte de la moral cristiana y, por supuesto, no es la más importante. El sexo, en sí mismo, es tan bueno, que ha sido creado por Dios, para disfrute del hombre e incentivo de la procreación. El sexo, como la comida, no tiene ni por asomo nada de malo.
Dicho esto, aclaro. El descontrol de la sexualidad sí es malo; como también lo es el descontrol de la comida, ya sea por gula o por anorexia. Están muy equivocados los que piensan en el sexo como en algo “consentido” para poder procrear; pero también lo están los que opinan que todo instinto sexual debe ser seguido como algo saludable y normal. La sexualidad, como cualquier otra tendencia o función del hombre, debe estar controlada para que no se desboque y acabe arrastrando a toda la persona. En el caso del sexo (concebido para ser practicado entre dos) el descontrol también acarrea problemas sociales; y quizá por esto se le dedica más atención que a los excesos de la comida.
Mi diagnóstico es que en la actualidad (y quizá por razones económicas) el sexo se ha convertido en una mercancía consumible como cualquier otro producto, adulterando una actividad que estaba reservada para expresar los más altos y profundos sentimientos del hombre.
Y el sexo así desbocado, sí es malo.
Pero quede claro que cualquier atentado a la moral social (lo que los cristianos llamamos “caridad para con el prójimo”) es mucho peor que los llamados “pecados de la carne”. Quizá por esto Cristo nos advirtió de que las prostitutas nos adelantarían en el Reino de los Cielos… (cifr. Mt. 21, 31).

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