martes, 26 de junio de 2018

¿In medio virtus?


O, ¿cómo vivir el cristianismo?

Se dice que en el medio está la virtud; pero esto sólo es aplicable cuando se habla de dos extremos viciosos: en este caso, efectivamente lo recomendable es la moderación. Pero cuando realmente hablamos de virtudes, lo óptimo está en el extremo: practicar la virtud en su total extensión. De hecho, la santidad se le reconoce a quien practicó las virtudes de forma heroica.

El cristianismo es la religión de los extremos, no se conforma con la mediocridad. Es más, frecuentemente sucede que ambos extremos de una circunstancia constituyen la virtud; y, en estos caos, el punto medio sería erróneo o mediocre. Es quizá lo más típicamente original del cristianismo: que conjuga ambos extremos sin que exista contradicción entre afirmar una cosa y su opuesta.  Así, la virtud está en saber conjugar los dos extremos; no en practicar ambos a medias. Porque, hablando de virtudes, la verdad de un extremo no excluye la del contrario; sino que la afirma. Y también sería un error quedarse en uno de los extremos y negar el otro: nuestra virtud no sería mediocre, sino que estaría coja.

¿In medio virtus?: sí, pero no por la mediocridad de quedarnos a la mitad de todo, sino por la perfección de conjugar los opuestos.

El cristianismo le muestra al hombre el misterio del hombre; y como éste está hecho a imagen y semejanza de Dios, tiende a la perfección: la perfección extrema de ambos extremos. ¿Es esto posible? Evidentemente, no; y esta es la primera contradicción del mensaje evangélico. Porque, ¿no hay en el mensaje evangélico tantas contradicciones aparentes como en la vida del hombre? Pues sí, las hay; pero este es el Camino, la Verdad y, en definitiva, la Vida misma.

Trataré de identificar muchas de las aparentes contradicciones que podemos encontrar en el cristianismo, en las que ambos extremos se presentan como la verdad o la virtud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario