domingo, 13 de abril de 2008

¿Cualquier religión vale?

Cuentan que un general mejicano, durante la persecución de los cristianos que allí se produjo, reconoció: "Para vivir cualquier religión vale; pero para morir, sólo vale la religión Católica".

¡Qué verdad más profunda!

Si lo único que pretendemos es que transcurran nuestros días, sin especiales complicaciones ni esfuerzos, entonces con cualquier sucedáneo podremos tranquilizar nuestra conciencia, saciar el hambre de trascendencia que todo ser humano siente. Con algunas prácticas de piedad o "meditación trascendental", alguna acción filantrópica y, por supuesto, mucha ecología (que compromete sólo por fuera), nos habremos engañado.

Pero si pensamos en la felicidad eterna, en el juicio que todos tendremos que rendir al final de nuestros días, que "al atardecer de la vida nos examinarán en el amor" (como decía San Juan de la Cruz), ya no nos bastará cualquier religión. Porque desde este punto de vista necesitamos el amor, la misericordia y la justicia de Dios, para no morirnos del susto sólo de pensarlo: presentarnos con nuestra mediocridad ante el que es el SER, la VERDAD y la BONDAD. Entonces necesitamos la Gracia, los Sacramentos y la ayuda de la Iglesia para poder llegar al final con un mínimo de posibilidades.

Efectivamente, para vivir nos podría bastar con la "meditación trascendental" o la Misa dominical rutinaria; pero para morir necesitamos una Religión en la que Dios es Padre... en la que Dios es Amor.

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