jueves, 2 de octubre de 2008

La santidad en la vida ordinaria

Hoy es dos de octubre y hace ochenta años que San Josemaría fundó el Opus Dei. No quiero dejar de rendir un homenaje a este santo español que fue precursor de la santidad en la vida ordinaria -en el trabajo de cada uno-, a la que mucho después nos urgiese el Concilio Vaticano II.

La santidad de los laicos tiene especial importancia en nuestros días, en los que tanto escasean las vocaciones religiosas: es en los padres y madres de familia en los que descansa en gran parte la responsabilidad de transmitir la Fe. Y esta responsabilidad es grave, ya que lo tenemos que hacer no sólo con la palabra, sino también con el ejemplo: enseñarles a ser cristianos en medio del mundo.

Y ser cristianos en medio del mundo no significa ser cristianos en la familia y en la Iglesia, para luego salir y escondernos en medio del mundo: significa ser cristianos manifiestamente en medio de los demás... ¡No se enciende la lámpara para ponerla debajo del celemín!, sino para que alumbre al resto de la sociedad.

Gracias San Josemaría por habernos recordado desde hace tanto tiempo esta realidad; ayúdanos a no ser cristianos escondidos en medio del mundo.

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