viernes, 11 de junio de 2010

Incongruentes ataques a la Iglesia

Se acusa a la Iglesia de poco ecologista; pero cuando ésta defiende la naturaleza humana -la familia natural y el sexo natural- se la tacha de arcaica y moralista.

Se acusa a la Iglesia de pactar con los poderosos; pero cuando defiende al más débil -el feto- se la tacha de mojigata y de intentar retrasar el progreso.

Se acusa a la Iglesia de atentar contra la libertad del hombre; pero se la tacha de retrógrada cuando se niega a aceptar la fabricación de seres humanos.

Se acusa a la Iglesia de intolerante por defender que existe una auténtica naturaleza humana que debe respetarse; pero se la margina si no acepta el rígido código relativista que impone lo que debe tolerarse o repudiarse.

Se acusa a la Iglesia de intolerante por dogmática; pero cuando quiere flexibilizar las fronteras y las rígidas estructuras económicas del capitalismo o el liberalismo, entonces se la tacha de idealista.

Se acusa a la Iglesia de despreciar al pobre; pero cuando pretende liberarle de la opresión comunista se la tacha de embaucadora.

Se acusa a la Iglesia por basarse más en la fe que en la razón; pero se nos exige que nos creamos, sin dar razón alguna, que el gaymonio es igual que el matrimonio, o que un feto no es un ser humano.

Y es que es muy fácil ver la supuesta paja en el ojo ajeno, sin apreciar la viga en el propio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario