miércoles, 27 de octubre de 2010

¿Quien es el enemigo del Cristianismo?

En algunos ambientes occidentales existe un miedo a que personas de otras culturas y creencias invadan nuestro espacio vital histórico. En el fondo es una muestra de falta de seguridad en sí mismos; en definitiva: de falta de fe.


Creo que el cristiano no debe temer al resto de la humanidad con su diversidad de culturas, razas y creencias. De hecho, la actitud del cristiano se diferencia de la de sus predecesores los judíos en que éstos tenían prohibido mezclarse con paganos por miedo a contaminarse; pero Jesucristo dijo a sus apóstoles: id y predicad a todas las gentes. Ya no hay que temer su influencia, porque no es una cultura lo que debemos preservar, sino una Fe, el mensaje evangélico; y no podemos permanecer a la defensiva, sino que debemos difundirlo.


Quizá sea al revés: son los paganos los que deberían tener miedo de nuestra fuerza evangelizadora. Y de hecho lo tienen: en los países islámicos está prohibido predicar el cristianismo, por que tienen la certeza de que la Palabra de Dios es eficaz y acabaría atrayendo a todos los musulmanes de buena fe. Y es un miedo históricamente fundado: el cristianismo ha convertido a hombres de todos los rincones de la Tierra, cualquiera que fuese su raza o su cultura. Porque el cristianismo es un credo valido para todos los tiempos y todas las culturas, que pretende el bien y la salvación de todos y, por tanto, los puede conquistar a todos [entendiendo este término en el sentido de la conquista del enamorado; que de eso se trata: de enamorarse de Cristo] .

Por esto, los enemigos del cristianismo no son las personas de culturas diferentes, por muy dispares que sean: los enemigos del Cristianismo han sido siempre los que pretendían sojuzgar a los demás en provecho propio; los que quieren erradicar la dignidad de hijos de Dios que todos tenemos y nuestra libertad de espíritu, para imponernos sus ideologías que nos esclavizan en su provecho: desde el poder Romano que martirizó a tantos cristianos, pasando por los demás descreídos salvadores de la humanidad: la revolución francesa, los nazis, los comunistas y actualmente la ONU, que pretende extender doctrinas humanamente indignas en provecho de unos pocos grupos de poder.

Y a éstos tampoco hay que tenerles miedo: el Cristianismo les venció en el pasado y les vencerá en el futuro; mejor dicho, les convencerá.

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