domingo, 24 de octubre de 2010

La paciencia de Dios

Nos dice san Pedro en su segunda carta: Considerad que la paciencia de Dios es nuestra salvación...(2P 3, 13).

Y esta frase tiene mucha miga, porque muy frecuentemente nosotros perdemos la paciencia con los demás, ya sea con alguien en particular o con el resto de la humanidad en general. Por ejemplo, solemos preguntarnos cómo Dios no termina con tanta aberración social, sexual y económica; y decide poner fin a los tiempos de una vez por todas.

Pues la respuesta nos la da Pedro: porque Dios es paciente y está esperando a que se dé el momento en el que el mayor número de sus hijos pueda salvarse; y quizá esa espera nos esté viniendo muy bien también a nosotros... ¡que todo podría ser! Porque si exigimos que Dios castigue fulminantemente a todos esos bárbaros, entonces también nos debería haber fulminado a nosotros cuando hicimos aquellas barbaridades [aquí cada uno sabrá a que me refiero; yo lo tengo muy claro].

La diferencia entre Dios y nosotros es que Él es Justicia y Misericordia; y nosotros somos sólo justicia... y muy mezclada con rencor.

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