martes, 3 de mayo de 2011

Tenemos que ser como niños

Nos cuesta distinguir lo que es realmente extraordinario. al parecer sólo puede serlo aquello que no constatamos con nuestros sentido (lo sobrenatural) y no caemos en la cuenta de la cantidad de cosas extraordinarias e inexplicables que ocurren en el orden de lo natural, lo material. Lo venimos comentando y lo comentaremos más adelante.
Pero quiero ahora constatar un hecho que nos pasa habitualmente inadvertido: para los niños, todo es nuevo y extraordinario y, por tanto, todo es "normal". Parta ellos todo es posible y todo se lo creen: ¿por qué dudar de un ratón pérez que pone caramelos a los niños a los que se les cae un diente?; o ¿qué es más increíble, que una cigüeña traiga a los niños de París o que se desarrollen por arte de magia desde una minúscula célula en la tripita de mamá?.
Tenemos que ser como niños, para creer en la realidad y la verdad; recuperar lo asombroso de lo cotidiano y la sencillez de lo sobrenatural. Tenemos que perder la costumbre de lo habitual y recuperar su maravillosa realidad.
Cuando veamos la maravilla de lo sobrenatural en todo lo natural que vemos, entonces dejaremos de dudar de todas las maravillas sobrenaturales que no vemos.

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