jueves, 24 de octubre de 2013

Lumen Fidei (3)

Seguimos con la encíclica del Papa Francisco.

En el primer capítulo de la enccíclica, el Papa vincula fe y amor; es más, insiste en que el objeto fundamental de la Fe debe ser el amor de Dios por su criatura:
 
La fe transforma toda la persona, precisamente porque la fe se abre al amor. Esta interacción de la fe con el amor nos permite comprender el tipo de conocimiento propio de la fe, su fuerza de convicción, su capacidad de iluminar nuestros pasos. La fe conoce por estar vinculada al amor, en cuanto el mismo amor trae una luz. La comprensión de la fe es la que nace cuando recibimos el gran amor de Dios que nos transforma interiormente y nos da ojos nuevos para ver la realidad.
 Como decía San Pablo, de las tres virtudes teologales la primera es la Caridad; pero no solo como importancia, sino que también es la que debe aparecer primero en nuestro proceso de conversión. Es el conocimiento del amor de Dios lo que abre las puertas de nuestro corazón a la Fe; y después, como una consecuencia, vendrá la Esperanza en llegar a poseer aquello que amamos y creemos.

Los cristianos solemos basar nuestra predicación en la existencia de Dios; primero tratamos de suscitar la fe en su existencia, como paso previo a cualquier otra explicación. Quizá ese sea el camino lógico en otras religiones; pero para el Cristianismo, lo decisivo es la fe en el amor de Dios por nosotros, en que El nos amó primero y por eso Cristo nos redimió: la fe de los cristianos, o es en el amor de Cristo o no nos llegaremos a enterar de lo que es el Cristianismo.

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