domingo, 2 de diciembre de 2007

Cristianos en la sociedad actual

Hoy empieza el tiempo litúrgico de Adviento, tiempo de espera y de esperanza; imagino que por esto hace dos días Benedicto XVI hizo pública su segunda carta encíclica "Spe salvi", "en esperanza fuimos salvados" (Romanos 8, 24).
Nos viene muy bien que en estos tiempos tan alejados de la Fe se nos hable de la Esperanza; pero yo he seguido leyendo el texto de San Pablo a los romanos (cristianos insertos en una sociedad tan corrompida como la nuestra) y al llegar al capítulo 12 me encuentro con ciertas recomendaciones que son también muy actuales:
"Alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación; constantes en la oración... Bendecid a los que os persiguen; bendecidlos y no los maldigáis... No devolváis a nadie mal por mal: buscad hacer el bien delante de todos los hombres. Si es posible, en lo que está de vuestra parte, vivid en paz con todos los hombres. No os venguéis, queridísimos, sino dejad el castigo en manos de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza, yo retribuiré lo merecido, dice el Señor. Por el contrario, si tu enemigo tuviese hambre, dale de comer; si tuviese sed, dale de beber; al hacer esto amontonáis ascuas de fuego sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence al mal con el bien."
Y esto lo dice en una sociedad en la que el adulterio, la homosexualidad, el aborto y cualquier forma de placer son los ídolos habituales... ¿os recuerda algo?; pero lo dice en medio de una persecución en la que los cristianos perdían no sus privilegios, sino su vida entre los dientes de las fieras... ¿es que Nerón era más piadoso que nuestros gobernantes actuales?
La diferencia entre aquellos cristianos de Roma y los actuales cristianos de occidente no es que la sociedad en la que vivimos sea peor, sino que aquellos vivían su Fe a fondo, antes de pretender difundirla. No querían cambiar de un golpe todo el orden social corrompido, sino ir cambiando ellos y a los que les rodeaban. No buscaban afianzar sus derechos como ciudadanos romanos (el esclavo que se convertía en cristiano seguía siendo esclavo); y mucho menos, alcanzar privilegios. Pretendían santificar las realidades terrenas (justicia, paz, progreso, ...) atrayendo a los demás a Cristo, mediante el ejemplo de su Fe y su Caridad: no discutían el Evangelio, sino que lo vivían y proclamaban... ¡y acabaron transformando el mundo!
Creo que los cristianos en occidente (muy particularmente en España) hemos equivocado el rumbo; menos lucha sociopolítica y más oración y caridad con el prójimo, incluso con el que no es de los nuestros; menos hacernos los mártires porque nos quitan nuestros privilegios,
y más ser mártires porque proclamamos y vivimos nuestra Fe.

Pongamos nuestra esperanza en Dios y no en las estructuras políticas y sociales, que de nada sirven si están vacías de Él.

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