miércoles, 12 de diciembre de 2007

Nueva encíclica: "SPE SALVI"

"SPE SALVI facti sumus": en esperanza fuimos salvados. Así comienza la segunda carta encíclica de Benedicto XVI. En principio puede parecer una paradoja que la Esperanza salve... pero el Papa lo explica muy bien.

Sí, la Esperanza en Dios y en la vida eterna es lo que nos salva, lo que nos redime de nuestra esclavitud; y nos salva porque nos libera de todas las ataduras al mundo. Por el contrario, la esperanza en cualquier otra cosa nos ata, nos esclaviza a esa cosa, nos somete a ella. Así visto, la Fe es la "sustancia" de la Esperanza: aquello que esperamos. Si creemos en Dios y la vida eterna, ¡ese Dios y esa vida serán nuestra Esperanza!

Por esto, la humanidad que carece de Fe no tiene nada trascendente en lo que esperar; y se queda sujeta a cosas de las que nada puede esperarse. Así, muchos son esclavos de su placer, de sus posesiones, de su ciencia o su ideología: han puesto en estas cosas su esperanza de felicidad; pero como éstas no pueden proporcionar la felicidad esperada, siguen atados a ellas -aumentándolas- hasta lograrla... cosa que nunca consiguen. Este alcanzar el objetivo (placer, poder y poseer) pero sin obtener la felicidad prevista, es la causa de la angustia vital que invade nuestra sociedad.

Y es que realmente el hombre no posee estas cosas, sino que ellas le poseen a él.

Ahora se entiende mucho mejor el consejo evangélico: "Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por mi causa, éste la salvará" (Lc 9.24)

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