lunes, 10 de diciembre de 2007

La cultura del deseo

Como veíamos en la entrada anterior, en nuestra sociedad occidental se ha implantado la cultura del deseo: el objetivo fundamental de la mayoría de la población es satisfacer plenamente sus deseos y hacerlo cuanto antes.

Pero esto no es ninguna novedad: siempre el hombre ha tendido a satisfacer sus deseos. La novedad -y el problema- es que ahora esta satisfacción del deseo es la base de todo comportamiento humano: ya no es la Fe, ni la ética, ni siquiera la razón... la motivación humana es simplemente el deseo.

Debido a esto, ya no sirven los razonamientos para tratar de reconducir una conducta desviada, porque la razón ya no es suficiente motivo para que yo cambie mi conducta y deje sin satisfacer mi deseo: el que una acción sea irracional no tiene mayor trascendencia, porque el único objetivo es satisfacer mi deseo. Por supuesto, también han quedado vacíos de toda significación términos como deber, honor, compromiso, lealtad, fidelidad... y cualquier otro que pueda desviarme de mi deseo en cada momento.

La contestación que más se oye hoy en día es: ¿por qué no voy a hacerlo, si me apetece? Y ante tamaño "razonamiento", ni los motivos morales que aduzcamos, ni la demostración de la irracionalidad del comportamiento servirán para nada:... ¡porque les apetece! La cultura del deseo presupone que el hombre es el único dios de sí mismo: y su deseo se convierte en la única ley.

No es que no existan razones... y de mucho peso: es que la racionalidad ha dejado de ser su norma de comportamiento. Porque la razón sirve para dirigir la voluntad... pero ya no se actúa conforme a la propia voluntad, sino según el propio deseo.


Y no confundamos voluntad con deseo: la voluntad es la decisión adoptada en uso de nuestra libertad, después de una deliberación sobre lo bueno y lo malo de las diversas opciones; el deseo es simplemente lo que me apetece aquí y ahora, sin deliberación alguna.

Esto es mucho más grave de lo que parece. No es que el hombre se comporte inmoralmente (que esto lo ha hecho siempre); es que ni siquiera busca razones para justificar su inmoralidad. Si el animal racional ya no se comporta como tal, sino que sigue simplemente el deseo, el impulso, el instinto: entonces... ¿que nos diferencia de los animales irracionales?

Como tantas veces en la Historia, una vez más estamos ante la desintegración de una sociedad cuyos miembros, pretendiendo ser como "dioses", se están convirtiendo simplemente en animales.


Ya lo mostrábamos en la entrada anterior: los irracionales no son los que "creen en Dios", sino los que "se creen dios".

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