jueves, 11 de marzo de 2010

Somos dioses

Hablábamos en la entrada anterior del la permanencia del alma humana en Dios, mientras libremente así lo decida por su Gracia. Entonces, ¿somos dioses?

Por supuesto, somos dioses porque fuimos creados a su imagen y semejanza y porque compartimos la más distintiva de sus cualidades: la libertad. Pero somos dioses en Dios.

Y como dioses, ¿podemos crear? La respuesta es afirmativa: como somos libres podemos crear; y lo que creamos con nuestra libertad es el amor. El amor, que no existe en la naturaleza, es la criatura del hombre, el producto de su libertad. Con nuestra libertad creamos amor de la nada...

Pero nuestra libertad también puede abstenerse de crear, puede negarse a amar -o amarse a sí mismo-; y esto es la ausencia del bien (lo que equivocadamente llamamos el mal); y esa ausencia es el pecado. Pecar es rechazar el amor, rechazar a Dios que es Amor y nos creó para amar. Este es el riesgo que Dios quiso correr: crearnos para el bien y que ese bien se quede sin hacer...

Pero si ejercemos nuestra libertad y amamos, hacemos el bien, entonces estamos imitando a Dios, nos hacemos dioses... Y cuanto más amemos, más creamos y más nos endiosamos.

En definitiva, el mayor acto de amor es el que más nos endiosa; y nadie tiene más amor que el que da su vida por otro. Por esto, cuando más amamos es cuando sufrimos por los demás. Luego el sufrimiento -la mayor manifestación del amor- es lo que más nos endiosa...

Esta vez he llegado muy lejos (¿demasiado?) en muy pocas frases; pero me gusta la conclusión a la que llego. Si el sufrimiento es lo que más nos endiosa, entonces Dios ha sabido dar sentido y valor [el mayor valor] a lo más inútil: al dolor.

¿No se ve distinta la Pasión de Cristo desde este punto de vista?: Jesús muriendo en la Cruz es cuando es más DIOS -si se puede hablar así-, porque sufriendo y amando se endiosa su naturaleza humana; y ¡de que manera!

No hay comentarios:

Publicar un comentario