domingo, 13 de noviembre de 2011

La parábola de los talentos

En este penúltimo domingo del tiempo ordinario se nos recuerda la parábola de los talentos: las diferentes reacciones de aquellos que reciben talentos.
Por supuesto, estamos todos representados en esas dos actitudes: hacer fructificar los talentos recibidos o guardarlos celosamente para no arriesgarlos.
Habitualmente se comenta esta parábola criticando a aquéllos que con comparten y pone al servicio del bien común los bienes y talentos recibidos; y me parece correcta esta interpretación.
Pero también hay otra interpretación, que incluso se ajustaría más al la literalidad de la parábola:
Dios, al repartir sus bienes, tiene más interés en que los utilicemos que en conservarlos. No le preocupa que los arriesguemos y podamos perderlos, sino que lo que reprueba es que no los pongamos en circulación.
Vayamos ahora a donde realmente quería llegar: Dios no quiere que conservemos nuestra inocencia sin pecado alguno, sino que amemos activamente, aunque de vez en cuando metamos la pata. Por esto, junto a santos que lo han sido "toda la vida", veneramos a muchos que han sido "grandes pecadores".
Y es que hay más alegría en el Cielo por un pecador que se arrepiente y ama de veras, que por 100 justos que guardan celosamente sus talentos sin arriesgarlos.
Sobre este tema te recuerdo una entrada anterior: El jardín del alma

No hay comentarios:

Publicar un comentario