martes, 4 de septiembre de 2018

Creer es razonable: pero ¿eso es todo?


Creer en Dios es lo más razonable. De hecho la fe es una de las fuentes del conocimiento (ver entrada). Pero esta fe no sería más que un conocimiento que adquirimos: Dios existe, sí, ¿y qué?...
Por eso, lo importante es lo que san Juan Pablo II llamaba la fe práctica: la religión. Religión (re-ligare) significa trato con Dios; y para llevar nuestra fe al trato con Dios y con los demás, tenemos que acercarnos al Evangelio: la nueva noticia transmitida por Jesucristo.
Lo que me hace practicar la religión, tratar de ponerme en contacto con ese Dios creador no es mi inteligencia (sé que existen muchas cosas que me importan un bledo), aunque ésta sea la que me lleva a la certeza de su existencia. Yo trato a Dios porque conocí el mensaje evangélico y me enamoré de él: del mensaje y de Jesucristo, el hombre-Dios que me lo revela. No creo posible acercarse al evangelio y no salir transformado… Ni creo posible leer el Evangelio y pensar que es invención humana: un hombre no podría decir cosas tan sublimes de una forma tan sencilla.

La conversión, el acercamiento a Dios no lo produce la fe razonada, sino el encuentro personal con Cristo que se produce en el Evangelio. ¿Qué exagero?: ¡pruébalo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario