martes, 5 de diciembre de 2023

Amor e imperfección

Dios creó a los ángeles como espíritus puros. Unos lo adoraron y lo alaban eternamente; y otros lo rechazaron y lo odian eternamente.

Pero también quiso crear a los hombres: alma espiritual y cuerpo material, perfecto en su concepción, pero con debilidades y flaquezas. Siendo Dios todopoderoso, es extraño que quisiese crear un ser que pudiese fallarle. ¿Crearía algún ingeniero una máquina sabiendo que fallaría frecuentemente? ¿Es Dios menos listo que nuestros ingenieros? Evidentemente, no. Entonces ¿qué razones pudo tener Dios para crearnos así? 

No pretendo ser insolente pidiéndole explicaciones a Dios, sino intentar atisbar un poco su mente creadora. ¿Cuál es mi teoría? Pues creo que Dios nos crea imperfectos porque nuestra respuesta, nuestro amor, es mucho más valioso si se produce a pesar de nuestras debilidades e imperfecciones. Es más, estoy convencido de que nuestro imperfecto amor le agrada más a Dios que la perfecta y constante alabanza de sus ángeles. Porque Él conoce nuestras limitaciones y, sobre todo, nuestras flaquezas. Y, en estas condiciones, ya solo el esfuerzo por amarlo, por estar cerca de Él, tiene gran mérito.

¿Ama Dios la imperfección? ¡Claro que sí: Él nos ha creado así! Y Él nos ama como Padre nuestro que es. Lo que nos pide es nuestra respuesta esforzada; y cada uno alcanzará un grado de "menor imperfección" en función de su esfuerzo y sus capacidades. Dios amará ese esfuerzo; y cuando ni siquiera el esfuerzo podamos poner, cuando fallemos estrepitosamente, cuando le demos la espalda, entonces nos seguirá amando. Porque la otra cara de la moneda de nuestra creación imperfecta es su misericordia: sabe que nos plantea un reto que para nosotros es difícil incluso aceptarlo; e imposible cumplirlo. ¡Yo, desde luego, renuncié hace mucho tiempo a ser perfecto! 

Por esto, cuando el apóstol Pablo se queja de ese "aguijón de muerte" que le separa de Dios, el Señor le contesta: "te basta mi gracia" [2Cor. 12, 8-10]*. Me permito traducir esta respuesta muy libremente: "es que no quiero que seas perfecto, que superes ese defecto, sino que luches contra él por amor a mí". Y, claro, cuando nuestra debilidad nos hace caer de nuevo -una y otra vez- entra en juego su misericordia, porque bien sabe Dios que no nos ha querido hacer perfectos y conoce las consecuencias de esto.

El cristianismo es la religión del amor: del amor que Dios nos muestra y del amor que tenemos que compartir con los demás. Y esto es mucho más importante que el código moral que tanto nos cuesta cumplir.

*8Acerca de esto, tres veces he rogado al Señor para que lo quitara de mí. 9Y El me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí.10Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

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