lunes, 11 de febrero de 2013

No temáis (2)

Continúo con la anterior entrada.
En muchas otras ocasiones, comprobamos en el Evangelio que Jesús tiene que tranquilizar a los hombres a los que se aparece o a los que va a pedir o dar algo. Somos tan cortos de miras que cualquier acción de lo sagrado en nuestras vidas nos hace tambalear; y muchas veces, a pesar de que reiteradamente comprobamos que las "intromisiones" de Dios en nuestra vida -que tanto nos inquietan- a la larga son muy beneficiosas...
El Señor, cuando elige a sus apóstoles  o envía a sus discípulos, les anima a afrontar las dificultades sin miedo:
No temas; desde ahora serán hombres los que has de pescar. Y ellos, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las cosas, le siguieron. (Lc 5, 4-11)
No les tengáis miedo, pues nada hay oculto que no vaya a ser descubierto, ni secreto que no llegue a saberse. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma [Mt 10, 26-31]
A vosotros amigos míos, os digo: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo y después de esto no pueden hacer nada mas... Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. No temáis vosotros valéis mas que muchos pajarillos [Lc 12, 4-7]
Cuando os lleven a las sinagogas y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupeis de como defenderos, o qué teneis que decir, porque el Espiritu Santo os ensenara en aquella hora que es lo que hay que decir [Lc 12, 11-12; Mc 13, 11]
No temáis, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino. Vended vuestros bienes y dad limosna [Lc 12, 32-33]
Y cuando piensan que van a perecer en medio de una tempestad en el lago, a pesar de estar acompañados por el mismo Jesús, les tiene que recriminar:
Por que os asustáis, hombres de poca fe? [Mt 8, 26; Mc 4, 40]
En dos ocasiones en las que se les presenta con todo su poder y majestad, ante el temor de los apóstoles, tiene que tranquilizarlos:
Cuando le vieron los discípulos andando sobre el mar, se asustaron y dejaron: (es un fantasma! Y llenas de miedo empezaron a gritar. Pero al instante Jesús les hablo: -Tened confianza, soy yo, no tengáis miedo. [Mt 14, 26-27; Mc 6, 50]
Los discípulos al oírlo [la voz del cielo, durante la transfiguración] cayeron de bruces llenos de temor. Entonces se acerco Jesús y los toco y les dijo: Levantaos y no tengáis miedo [Mt 17, 6]
Y a quienes se le acercan a pedir su favor, pero les impresiona la persona de Cristo, tiene que animarles a que se acojan a su misericordia sin miedo:
Jesús, al oír lo que hablaban [que la hija de Jairo ya había muerto], le dice al jefe de la sinagoga [Jairo]: no temas, tan solo ten fe. [Mc 5, 36; Lc 8,50]
Y a la hemorroísa que se atreve a tocar la orla de su manto para quedar curada:
Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado [Mt 9, 22] 
Pero a pesar de todas estos mensajes evangélicos, las intervenciones divinas nos siguen asustando.

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