sábado, 14 de diciembre de 2013

Evangelii Gaudium: evangelizar a todos y de cerca.

Una de las cosas que me ha llamado la atención es que el Papa Francisco no utiliza el término que usaron sus predecesores de "Nueva Evangelización"; quizá porque no quiere que sea nueva, sino que volvamos a la antigua; eso sí, con nuevas fuerzas y con el mensaje más claro y directo. 
Y lo primero que nos dice es que pongamos nuestra confianza en Dios, que es quien posibilitó la primera transmisión del mensaje en el pagano mundo romano:
En cualquier forma de evangelización el primado es siempre de Dios, que quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu. La verdadera novedad es la que Dios mismo misteriosamente quiere producir, la que Él inspira, la que Él provoca, la que Él orienta y acompaña de mil maneras. En toda la vida de la Iglesia debe manifestarse siempre que la iniciativa es de Dios, que « Él nos amó primero» (1 Jn 4,19) y que «es Dios quien hace crecer» (1 Co 3,7). Esta convicción nos permite conservar la alegría en medio de una tarea tan exigente y desafiante que toma nuestra vida por entero. Nos pide todo, pero al mismo tiempo nos ofrece todo.
Y después identifica Iglesia con evangelización, ya que es su principal cometido: llevar la buena nueva del amor de Cristo a los hombres, antes que cualquier otro cometido:
La actividad misionera «representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia» y «la causa misionera debe ser la primera». ¿Qué sucedería si nos tomáramos realmente en serio esas palabras? Simplemente reconoceríamos que la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia.
Y sin hacer distinción de ningún tipo, como no la hicieron los primeros discípulos que se esparcieron por un mundo pagano tan inmoral como lo puede ser el actual:
Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie.
Y esta labor no se puede hacer a distancia, la buena nueva se transmite mediante el roce con los demás acercándose a los que sufren y acompañando a todos; sin rechazar a los que no la reciban inmediatamente, porque "la paciencia de Dios es la garantía de nuestra salvación" (2Pedro 3,15):
La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz. Luego, la comunidad evangelizadora se dispone a «acompañar». Acompaña a la humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico.
Creo que queda claro qué es lo principal:
Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. 

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