jueves, 12 de diciembre de 2013

Evangelii Gaudium: la antigua evangelización

Lo primero que llama la atención de esta Exhortación es su objetivo, que es mucho más amplio de lo que inicialmente podría parecer. El propio Papa dice al comienzo de la misma:
En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años.
No se trata, por tanto, de indicaciones sobre cómo transmitir el Evangelio -que también-, sino de algo mucho más importante: de modificar el rumbo de la Iglesia para los próximos años. Y a lo largo del texto se va descubriendo cuál debe ser ese rumbo y qué es lo que hace necesario el cambio.
Y lo primero que nos pide es que antes de evangelizar a los demás, nos situemos cada uno muy cerca de Cristo, porque nadie da lo que no tiene:
Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque « nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor». Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos.
Pero no podemos transmitir nuestra relación con Cristo como quien impone un código moral que a él mismo le cuesta cumplir, sino que debemos transmitir la alegría de estar cerca del Señor, a pesar de nuestras debilidades:
Y ojalá el mundo actual —que busca a veces con angustia, a veces con esperanza— pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo.
No se trata tanto de cambiar el mensaje, sino de cambiar la forma de transmitirlo: menos rigorismo y más alegría y caridad.
Este magnífico Papa Francisco nos viene a decir que la Nueva Evangelización no es más que volver a la antigua evangelización, la de los primeros tiempos, la de los discípulos enardecidos por el amor de Cristo Resucitado...
¡Pues eso!

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