martes, 10 de diciembre de 2013

El Papa y la moral

Varias veces ya han destacado los medios de comunicación los comentarios del Papa Francisco acerca de que la moral no es lo más importante del Cristianismo, que no podemos centrarnos en la moral sexual a la hora de evangelizar. Por supuesto, algunos medios lo han interpretado como que el Papa pretende cambiar la moral de la Iglesia; la moral sexual, que es la única que parece importarles.
Creo que en su Exhortación Evangelii Gaudium lo deja muy claro. La moral no puede ser el primer contacto que tenga un pastor con un no creyente, sino que se debe empezar por mostrar a Cristo y su mensaje evangélico, y si es con la propia vida, mucho mejor. Pero esto no indica que la moral haya dejado de existir o de ser importante. Lo que el Papa dice es que a la hora de la conversión y de la tarea de la Iglesia, debe pasar a un segundo plano y dejar el primero a su Fundador, Jesucristo.
Y creo que lo entiendo. El “bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” sigue plenamente vigente, ya que es uno de los mensajes centrales de Cristo, junto con las otras siete Bienaventuranzas. El que está preocupado por sus obsesiones, sensualidades y ambiciones, difícilmente podrá ver a Dios (entre otras cosas porque se verá sólo a sí mismo). Pero esto no indica que la mera limpieza de corazón constituya toda la plenitud evangélica.
El mensaje central del Evangelio, como el de toda la Biblia, es amar a Dios y al prójimo. Y podríamos decir que no son dos tareas distintas, sino una sola: a Dios siempre se le ama en el prójimo. Si alguien permaneciese absolutamente puro, sin contaminación y aislado, en una especie de éxtasis constante, pero sin amar al prójimo, no sería un buen cristiano; es más, no creo que fuese siquiera cristiano, ni malo ni bueno. Este tipo de actitudes es más propio de los budistas; pero de ningún modo es propio de los cristianos…
Creo que no es difícil de entender. Entonces, ¿por qué tanta confusión que ha necesitado la aclaración del Papa? Pues porque habitualmente los creyentes y no creyentes al hablar de moral se refieren sólo a la moral sexual. Si al hablar de moral tuviésemos también en cuenta la moral social, entonces se vería mucho más claro que un cristianismo encerrado en la propia perfección no tiene ningún sentido. Ni siquiera los contemplativos que viven en clausura dedicados exclusivamente a rezar pueden aislarse del aspecto fraternal del cristianismo: ellos rezan por los demás, como la mejor forma de servicio al prójimo. Y desde siempre, los cristianos han sido los pioneros en la atención social en escuelas, universidades, hospitales, asilos; incluso con esta nueva forma de marginación que es el SIDA, han sido voluntarios cristianos los más entregados a los hermanos…

Por supuesto, si además de amar a Dios y al prójimo, podemos vivir liberados de nuestras dependencia sexuales y ambiciones, mejor.

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