domingo, 22 de diciembre de 2013

Evangelii Gaudium: Fe no es uniformidad.

Dios, que nos ha creado, conoce mejor que nadie la diversidad de sus hijos; y cuando Cristo quiso reunirnos a todos en una sola Iglesia de la que Él es la cabeza, tuvo en cuenta esa diversidad. Al contrario de lo que ocurría con el pueblo de Israel, al que Dios le dio una normativa muy concreta incluso para asuntos culturales y sociales, el mandato "id y anunciad a todas las gentes...", da por presupuesta una amalgama de culturas. Por esto, en la Iglesia hay tantos grupos con carismas muy diferentes. 
Y el Papa, a quien preocupa la sustancia del mensaje evangélico mucho más que la forma, nos recuerda que esa diversidad es lo que enriquece a la Iglesia:

Las distintas líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral, si se dejan armonizar por el Espíritu en el respeto y el amor, también pueden hacer crecer a la Iglesia, ya que ayudan a explicitar mejor el riquísimo tesoro de la Palabra. A quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión. Pero la realidad es que esa variedad ayuda a que se manifiesten y desarrollen mejor los diversos aspectos de la inagotable riqueza del Evangelio.
Y precisamente porque lo importante es la sustancia del Cristianismo, la forma de transmitirlo se debe adaptar a la mentalidad del oyente, precisamente para ano desvirtuar el mensaje:
«una cosa es la substancia [...] y otra la manera de formular su expresión». A veces, escuchando un lenguaje completamente ortodoxo, lo que los fieles reciben, debido al lenguaje que ellos utilizan y comprenden, es algo que no responde al verdadero Evangelio de Jesucristo. Con la santa intención de comunicarles la verdad sobre Dios y sobre el ser humano, en algunas ocasiones les damos un falso dios o un ideal humano que no es verdaderamente cristiano. De ese modo, somos fieles a una formulación, pero no entregamos la substancia. Ése es el riesgo más grave. Recordemos que «la expresión de la verdad puede ser multiforme, y la renovación de las formas de expresión se hace necesaria para transmitir al hombre de hoy el mensaje evangélico en su inmutable significado»... Por ello, cabe recordar que todo adoctrinamiento ha de situarse en la actitud evangelizadora que despierte la adhesión del corazón con la cercanía, el amor y el testimonio.
De poco nos serviría convencer a alguien de una verdad si después ese alguien no la vive: el Cristianismo no es una ciencia matemática que se deba comprender, sino una gimnasia vital que hay que practicar... Y con caridad, la musculatura espiritual se vuelve mucho más flexible.

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