domingo, 11 de noviembre de 2012

¿Está el Cristianismo en peligro de supervivencia? (2)

Continúo con la entrada anterior.
Más recientemente, diversos movimientos sociales creyeron haber enterrado el Cristianismo porque eran ellos los que habían encontrado el supuesto paraíso material del hombre. La Revolución Francesa entronizó a la Diosa Razón (curiosamente representada por una prostituta); y esa razón les llevó a la época del terror, que dinamitó su lema de Libertad, Igualdad y Fraternidad con la ejecución de todo ciudadano que se opusiese al supuesto paraíso material, empezando por los propios promotores de la Revolución, que fueron guillotinados por sus seguidores.

Años después, era el comunismo ateo el que descubría e paraíso del proletariado, y renegaba de toda religión, consiguiendo, por la fuerza, extinguirla en sus territorios. Pero pronto se vio que ese paraíso sólo lo era para los jefes comunistas y que para los demás era un infierno… Y el comunismo se colapsó sobre sí mismo y el cristianismo renació allí donde se le suponía extinguido.
Otras también han intentado sustituir la religión por su ideología; pero sin Dios, toda ideología, por muy bien intencionada que nazca, acaba corrompiéndose y convirtiéndose en lo contrario de lo que pretendía. El Nazismo, que sustituía el culto a Dios por el culto a la raza y pretendía el engrandecimiento de la propia patria, acabó siendo el mayor enemigo del hombre y el destructor de la nación a la que pretendía servir. Y estas ideologías pasaron… y el Cristianismo resurgió y fue el motor de la reconciliación europea y la construcción de la unidad.

Y el posmodernismo nos trae la cultura del hedonismo, la centralidad del hombre y su voluntad como único sentido de la vida humana, la cultura de la muerte que impone el control de natalidad y la eliminación de los hijos no deseados, como meros subproductos de la liberación sexual (con total desfachatez, se encubre el homicidio como salud reproductiva). Pero esta sociedad occidental pagada de sí misma está abocada a la desaparición, por su propio envejecimiento y su incapacidad de esfuerzo en actividades realmente productivas. La economía financiera y la especulación, fomentadas por la cultura del enriquecimiento rápido, han producido un esquema económico inviable y dependiente de culturas menos fuertes pero integradas por personas más fuertes; y en las que el Cristianismo avanza en la misma medida en que retrocede en Occidente.
Y es que cuando algo es de Dios, es vano tratar de combatirlo…

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