martes, 13 de noviembre de 2012

¿Pedir cuentas a Dios?


Me dice un amigo que no entiende tantas desgracias como ocurren actualmente, en especial las relacionadas con la violencia de género. También son habituales las catástrofes como ciclones, terremotos, tsunamis, etc. Dice que no pretende conocer el plan de Dios y que imagina que todo esto tendrá algún significado dentro de ese plan.
No coincido plenamente con él. Quizá muchas de estas cosas están muy al margen del plan de Dios; y por supuesto, todas se derivan del pecado humano. Los efectos desastrosos de muchas de las catástrofes naturales son debidos al hacinamiento humano provocado generalmente por la avaricia de los especuladores inmobiliarios, capaces de urbanizar las mismas costas y hasta los cauces secos de los ríos. Y esos crímenes por celos o peleas matrimoniales, pueden tener mucho que ver con la trivialización social del matrimonio, el rechazo de la fidelidad [recientemente se han podido ver en España anuncios que promocionaban el adulterio… ¡pagando, claro!], el desprecio de la vida humana en sus comienzos o finales, la manipulación genética antinatural [se ha cruzado material genético humano con el de animales, para “ver qué pasaba”] y tantos otros atentados contra la naturaleza humana [por motivos supuestamente ecológicos se están utilizando como combustible los cultivos que deberían servir para la alimentación humana, provocando la escalada de su precio y la hambruna de millones de personas inocentes]. Y lo peor no son los hechos en sí –que son graves- sino la aceptación social de todo esto con total naturalidad.
¿Cómo, después de provocar –o aceptar pasivamente- todo esto, nos atrevemos a pedir cuentas a Dios? ¿Cómo vamos a exigirle que evite las consecuencias de lo que nosotros mismos fomentamos?

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