jueves, 12 de julio de 2018

Bienaventurados los pobres…; pero bien merece el jornalero su salario.


Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mateo 5, 3)

Es decir, la pobreza la debemos practicar para con uno mismo. Debemos tratar de no estar dominados por los bienes materiales, en el sentido más amplio del término. Muchos hombres actuales son esclavos de alguna de las llamadas tres "P": el placer, el poder o el poseer; y las ambicionan obsesivamente. Por eso, bienaventurados aquellos que estén liberados de esas tres "P".  

Pero las palabras de Jesús no sólo no nos permiten imponer esta bienaventuranza a los demás, sino que nos exigen que busquemos su bien y tratemos de cubrir con dignidad sus necesidades. Por eso también las palabras de Jesús: bien merece el jornalero su salario... Ya el antiguo testamento, exigía esto de los israelitas: No oprimirás a tu prójimo, ni lrobarás. El salario de un jornalero no ha de quedar contigo toda la noche hasta la mañana. (Levítico 19, 13)

Alguien ha considerado que esta bienaventuranza era una forma de conformar al pueblo con su suerte: en modo alguno. La pobreza que predica es para con uno mismo, nunca para con el prójimo. 
La sobriedad la practicamos cada uno, para provecho de nuestra alma y ayuda para los demás; pero jamás se la imponemos al hermano.

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