lunes, 16 de julio de 2018

Cristo es rey, pero su reino no es de este mundo…


Yo soy rey, pero mi reino no es de este mundo(Juan 18, 36)

Es una frase que se entiende a la perfección; pero quizá no signifique exactamente lo que parece a primera vista. No se trata de que Cristo sólo sea rey en los cielos, sino que es rey precisamente en la Tierra, aunque su reino no se parezca a los reinos de los humanos.
Cristo es rey y por eso nos puede exigir obediencia. No ejerce su reinado como un tirano más, que exige sumisión ejerciendo su poder y amenazando con la violencia. Cristo es rey --es nuestro Señor- porque ejerce la auténtica autoridad, que no es otra cosa que “el saber universalmente admitido”. Y Cristo es nuestra autoridad porque es quien mejor puede indicarnos cual debe ser nuestro proceder, cómo vivir nuestra vida; no porque sea quien puede obligarnos a obedecerlo.
Por eso, su reino no es como los de este mundo, porque Él, después de ejercer su autoridad, nos deja en libertad para obedecerlo o no. Es un reino que procura el bien de los súbditos; no su simple sumisión.
Tampoco es un reino territorial, no tiene fronteras, sino que puede pertenecer a este reino cualquier ser humano (id y enseñad a todas las gentes) sea cual sea su condición; y, de una manera misteriosa, incluso cualquiera que sea su religión, si es hombre de buena voluntad.

Esto no es posible para los hombres; pero para Dios no hay nada imposible...

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