lunes, 8 de octubre de 2012

Dios y la religión

Hay quienes dicen que creen en Dios, pero que no aceptan el Cristianismo –o la Iglesia- con todas sus normas y su moral: que ellos tratan directamente con Dios. Otros se pasan el tiempo buscando la religión verdadera y van dando tumbos de un lado para otro.
Tratemos de llegar al fondo de la cuestión.
La fe, la religión, la moral, la liturgia son cosas puestas a nuestra disposición para lograr el objetivo fundamental: conocer y amar a Dios. Ya sé que muchas veces los cristianos transmitimos la sensación de que el Cristianismo no es más que un montón de reglas morales, con sus prohibiciones y deberes, que nos abruman con sentimientos de culpa y amenazas de castigos. Es culpa nuestra. Porque el Cristianismo no es más que el seguimiento de Cristo como camino, verdad y vida, para conocer y amar al Padre. Y en el Evangelio encontramos más pasajes de perdón, ayuda, compasión y amor, que de castigo y condenación (y los pocos que hay de este tipo se refieren a los hipócritas, egoístas y soberbios, nunca a los pecadores).
El Cristianismo es la religión que Cristo nos enseñó como mejor camino de llegar al Padre; y nadie mejor que Él –que es Dios- puede conocer ese camino, que, como  hombre, también ha recorrido dándonos su ejemplo. Y si queremos llegar al Padre por nuestra cuenta, haciendo caso omiso de las señales que nos muestran el camino, nos será mucho más difícil; y, si no lo logramos, habrá sido por nuestra culpa, por nuestra tozudez en no aceptar consejos.
¿Se puede llegar al Padre por otros caminos? Con nuestro mero esfuerzo, es imposible; pero por gracia de Dios, todo es posible. Esta es la puerta que se abre a todos aquellos que no conocen el mensaje evangélico porque nosotros los cristianos no se lo hemos mostrado o se lo hemos mostrado mal.
Pero conste que, fuera de la revelación, ninguna civilización ha llegado siquiera al concepto de Dios único creador de todo. Las únicas religiones que siguen este camino proceden de la misma revelación divina: el judaísmo, el cristianismo y el islam. Esto nos da una idea de lo despistado que puede estar un ser humano si Dios no le guía.
Si se ha marcado una ruta segura: ¿por qué empeñarse en seguir explorando sólo?

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