martes, 14 de agosto de 2012

Lo bueno y lo malo

Ya dentro del colectivo que sí creen en una moral objetiva, se debe evitar un error que pone de manifiesto C S Lewis: considerar que hay cosas siempre buenas y cosas siempre malas. Por supuesto que hay actos intrínsecamente malos que no están justificados nunca; pero ahora no quería referirme a la filosofía moral, sino a la práctica cotidiana.
Este error se plasma de dos formas: la obsesión o el fanatismo (hoy suele llamarse fundamentalismo) que considera algunos actos -en sí mismo buenos- como prioritarios cualesquiera que sean las circunstancias; sin caer en la cuenta de que en determinados casos esa conducta puede ser gravemente errónea. Un ejemplo es el de aquél que antepone la norma a la caridad cristiana, la forma al fondo…
En el otro extremo están los que consideran que algunos actos son malos y deberían evitarse, aunque sean funciones que el mismo Dios ha creado. Y ahora caemos en el puritanismo, habitualmente el puritanismo sexual. Y es que no hay nada creado por Dios que sea intrínsecamente mal; todo lo creado es bueno, aunque deba evitarse en algunas circunstancias. El placer sexual que es bueno y necesario para los esposos, debe evitarse entre los solteros.
Y estos errores se dan por llevar al límite el hecho de que algunos sentimientos se deben generalmente fomentar; y otros habitualmente se deberán reprimir, salvo que se den las circunstancias adecuadas. Pero esto no los convierte a unos en siempre buenos ni a otros en siempre malos.

Esta es una de las maravillas del Cristianismo, que tan frecuentemente conjuga los extremos: reprueba el pecado; pero acepta siempre al pecador.

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