jueves, 16 de agosto de 2012

Una ley para pecadores

Decía hace unas entradas que el hombre actual se jacta de no arrepentirse de nada; y esto es lo que más le separa del Cristianismo y de Dios: su autosuficiencia. Porque si Cristo vino a la tierra para alguien fue para los pecadores. Esta idea, que a muchos les pudiese resultar escandalosa, ya que el Cristianismo busca la perfección humana –como lo hace la Ley natural-, no es mía, sino de su Fundador. Sí, el Cristianismo es una religión para pecadores; y de hecho está fundada por aquél que vino a librarnos del pecado: «no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Lc 5, 27-32…). Los fariseos, aquellos que consideraban que no tenían que ser salvados, esos no entendieron ni jota del mensaje evangélico.

Qué absurda es la postura de los cristianos que rechazan evangelizar a los pecadores, precisamente por su condición de pecadores. Con un criterio así, Cristo no se hubiese molestado en encarnarse. No, el mensaje evangélico está destinado a todos, incluso a aquellos que creen que no les concierne, los que no tienen nada de qué arrepentirse, porque estos son los que más lo necesitan. Y habrá que llegar a ellos no con moralismos, en los que no creen, sino con la caridad que todo lo puede.
Una vez abierto el corazón de un hombre, es muy fácil que abra su mente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario