Ya sé que está de moda decir que uno no se arrepiente de nada. Pero esta postura es muy hipócrita, porque cuando son los demás los que nos hacen a nosotros eso que no queremos que nos hagan, entonces sí les exigimos que se disculpen y reparen el mal que nos hicieron. Pero, si el hombre no está regido por una Ley y no debe arrepentirse de nada, ¿con qué derecho pido yo a los demás que se disculpen? ¿No es esa la postura del niñato egoísta que aplica distinto rasero a sí mismo y a los demás?
Yo creo que debemos arrepentirnos cada
vez que transgredimos la Ley; y que debemos tratar de no creernos nuestras
propias excusas, para así poder transgredirla cada vez menos. Esto es lo que
llamamos virtud (hábito bueno adquirido
con la práctica): la costumbre de que nos apetezca con frecuencia aquello
que sabemos es lo que debemos hacer.
Pero nunca como ahora el hombre –ese
hombre que tanto desprecia la moral y de la virtud- había exigido que se le
hiciese justicia… los demás a él, ¡claro!
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