domingo, 12 de agosto de 2012

Las dificultades

El hombre es pecador porque la Ley Natural que está impresa en su corazón es precisamente eso, una Ley que hay que cumplir, no un deseo del bien que nazca espontáneamente; y mucho menos desde que el hombre cayó en el pecado. ¿qué significa todo esto? Pues está muy claro: la Ley Natural nos dice qué es lo que tenemos que hacer, nos apetezca o no. Pero como muy frecuentemente no nos apetece, entonces usamos nuestra libre voluntad para hacer lo contrario de lo que sabemos que deberíamos hacer; e inmediatamente buscamos excusas para justificar nuestra conducta errónea.
Ya sé que está de moda decir que uno no se arrepiente de nada. Pero esta postura es muy hipócrita, porque cuando son los demás los que nos hacen a nosotros eso que no queremos que nos hagan, entonces sí les exigimos que se disculpen y reparen el mal que nos hicieron. Pero, si el hombre no está regido por una Ley y no debe arrepentirse de nada, ¿con qué derecho pido yo a los demás que se disculpen? ¿No es esa la postura del niñato egoísta que aplica distinto rasero a sí mismo y a los demás?

Yo creo que debemos arrepentirnos cada vez que transgredimos la Ley; y que debemos tratar de no creernos nuestras propias excusas, para así poder transgredirla cada vez menos. Esto es lo que llamamos virtud (hábito bueno adquirido con la práctica): la costumbre de que nos apetezca con frecuencia aquello que sabemos es lo que debemos hacer.
Pero nunca como ahora el hombre –ese hombre que tanto desprecia la moral y de la virtud- había exigido que se le hiciese justicia… los demás a él, ¡claro!

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