Algunos ateos se escudan en que no puede
haber un Dios todo poderoso si el mundo está lleno de injusticias y violencias;
y efectivamente, en lo segundo tienen razón: el mundo puede ser muy injusto…
Pero de lo que no se dan cuenta es que
ellos pueden apreciar la maldad del mundo –de la que por supuesto participan,
como participamos todos- porque la contraponen a otro mundo posible, a un mundo
justo y pacífico que hubiese sido creado por el Dios que ellos rechazan. Pero
si los ateos no tuviesen esa idea de un Dios bueno, si este Dios no existiese
al menos en su mente, en su conciencia, entonces el mundo no les parecería
malo, simplemente lo verían como realmente es. Es precisamente porque existe
Dios, por lo que los ateos pueden quejarse y negarlo…
Y es que la cuestión no es si Dios es compatible
con el mal del mundo -que ya hemos dicho que sí-; la cuestión es por qué Dios
lo consiente. Y la respuesta es también la que ya hemos dicho en entradas anteriores:
Dios que crea sólo el bien, consiente el mal para dar la oportunidad al hombre
de arrepentirse; en definitiva, es su muestra de amor al hombre y su
oportunidad para ser amado por él.
No, el mal no demuestra la inexistencia
de Dios, sino sólo su “ausencia”: el
mal es lo que queda cuando negamos a Dios y su Ley.
No hay comentarios:
Publicar un comentario